Sunday, June 26, 2016

Pintores, dibujantes, floristas, zapateros y más....

La Rambla siempre fue lugar de diversas y variadas profesiones, algunas de ellas ligadas al mercado de la Boquería y otras al entretenimiento de sus paseantes. Todas ellas tienen su espacio más o menos estipulado por el Ayuntamiento de Barcelona, aunque en tiempos pasados hubo bastante más libertad de actuación y primaba la profesión por encima de la voluntad del turismo y su excesiva regulación en todo lo que atañe a actividades culturales y mucho menos en aquello que respecta al sector de la restauración. Pero sin entrar en condicionantes mercantilistas, rindamos homenaje a aquellos zapateros que lustrosamente limpiaban los zapatos de aquellos señores de la alta Barcelona que bajan a pasear a la Rambla, a sus cafés y teatros; rindamos homenaje a las maravillosas floristas, hombres y mujeres que siguen luchando por vender flores y plantas que llenen de colores los balcones de la ciudad o de ilusión a alguna señorita enamorada;  rindamos homenaje a dibujantes y pintores que desde hace décadas retratan rostros para la inmortalidad y aquellos que pintaban obras de arte en suelo, fugaces, de la mañana a la noche, y regularon hace ya unos veinte años pero que toda una generación recuerda; rindamos homenaje a los libreros, que antaño ofrecían libros de segunda mano cotizados y hoy en día no queda ni una librería; rindamos homenaje a los escribanos del Palau de la Virreina, personas que desde sus casetas escribían cartas a ultramar; rindamos homenaje a camareros y cocineros que parecen no tener horario laboral y que arriesgan día y noche su vida al cruzar la calle con esas inmensas paellas que ahora son típicas de Barcelona.
Francesc Català Roca, 1950

Todas estas profesiones, y muchas más, pueblan La Rambla y deben intentar convivir para que el turismo pueda ver la avenida como una calle más, con vida propia, y no como algo pensado exclusivamente para ellos.

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